Hay quienes me preguntan: “¿Para qué enseñar catequesis? ¿Comprenden lo abstracto? ¿Pueden entender la Palabra de Dios?”.
El niño sordo es también sujeto de salvación pues Jesús “vino a buscar la oveja perdida” y “a sanar personas enfermas que necesitan de médico”.
El reclamo más acentuado de las personas sordas y de sus catequistas es la ausencia, el desinterés o indiferencia de los sacerdotes por acogerlos y acompañarlos en el proceso de su vida de fe. Con frecuencia, los catequistas laicos son el único referente eclesial y los “mediadores” que los sordos tienen a su alcance.
Al terminar la Misa, un joven matrimonio de sordos con su bebe pidió: “Magia” al sacerdote. El reaccionó ante el pedido, mas el catequista intervino rápido diciendo lo que quería decir era la bendición pues ignoraban el término “BENDECIR”.
“Me hago judío con los judíos y griego con los griegos para llevarlos a Cristo” (1 Cor. 9,20)
El catequista “se hace el sordo con los sordos” que se meta en su mundo pues es aquí donde debe trabajar con los sordos y no para los sordos.
No importa si sepan mucho o poco la lengua de señas, lo importante es transmitir la Palabra de Dios, no decir el Padre nuestro en forma mecánica mas sí enseñar al sordo que hablar con Dios es como hablar con un amigo especial pues la feliz expresión de san Agustín decía: la Palabra de Dios carece de sílabas pues no está sujeta a la gramática de los hombres.
Al salir de un encuentro de catequesis de Devoto, José, uno de nuestros catecúmenos, que además de su sordera, tiene otro problema motor, siempre nos acompañaba a la parada de colectivo. Un día nos contó con su particular forma de hablar con una mezcla de mímica y lengua de señas acerca de la película “La Pasión”, pero lo hizo con lujo de detalles que nos hizo poner piel de gallina. Después, cuando se lo contamos a su madre, ella miró a su hijo y le preguntó: “¿Por qué no me contaste?”. La cara de José era toda una poesía con aire de inocencia.
El catequista debe darse cuenta que en algunas ocasiones es momento de callar y permitir al Espíritu Santo manifestarse por boca de otros.
“Que Él crezca y yo disminuya” (Jn. 3,30)
Extraídos de Los desafíos de la catequesis ante el cambio cultural,
“Los nuevos lenguajes en la catequesis. Orientaciones o sugerencias a tener en cuenta para los catequistas que trabajan con personas sordas e hipoacúsicas, según el catequista sordo”
de Javier Latorre, catequista sordo. Ed. San Benito.
FELIZ DÍA DEL CATEQUISTA 21 de Agosto
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